2004
Gracias a la genética, hoy sabemos que los seres humanos somos similares en un 99.99 por ciento; que solo 0.01% son características heredadas y que, por ejemplo, aún poseemos 223 genes similares a los de las bacterias.
Además, los resultados del Proyecto Genoma Humano y de la empresa Celera Genomics, demostraron la validez de la teoría evolucionista de Charles Darwin, esdecir, la vida como constante reconstrucción o recombinación al azar de las partes.
Por otro lado, gracias a los datos del Satélite Astronómico de Ondas Milimétricas y el Observatorio Espacial Infrarrojo, también sabemos que las condiciones que condujerona la formación de la vida (moléculas complejas de carbono y agua) están presentes enmuchos sitios y no solo, exclusivamente, en la Tierra o, en términos técnicos, que laquímica compleja del carbono no es privativa de nuestro planeta.
Además, ya somos capaces no-solo de clonar especies en extinción sino de crear nuevas especies, como recientemente se dio conocer, cuando científicos de las firmas Stem CellSciences y BioTransplant, inyectaron –en 1999- el núcleo de célula humana en un óvulode cerdo, que generó un híbrido que se desarrolló hasta el estadio de 32 cédulas, aunque ya desde 1998, el argentino José Cibelli había logrado producir, por vez primera, un híbrido humano-vacuno.
Es decir, ahora que sabemos que la vida no es el resultado de ningún designio divino,¿por qué no nos dedicamos a reconstruir las relaciones con nuestro entorno? ¿Por qué no abandonamos, de una vez por todas, la sacralización de la fe y a los burócratas de la divinidad? ¿Por qué no fortalecemos una espiritualidad que reconstruya,responsablemente, nuestro papel en el entorno natural?. ¿No sería acaso más provechoso que seguir insistiendo en culpas y castigos?.
